lunes, 7 de marzo de 2011

Hace muchísimos años vivía un monje muy sabio, en un monasterio lejano, que guardaba en un baúl de caoba el secreto de la felicidad. Muchos reyes y hombres poderosos de su época le ofrecieron oro y plata por el secreto, intentaron sobornar a los demás monjes y hasta planearon cómo robarlo. Sin embargo se dice que mientras más intentaban obtener el secreto, más se llenaban de envidia y más infelices se sentían.

Cuentan que un día un joven sencillo llegó hasta el monasterio y dijo al monje: "Le confieso que yo también quiero ser feliz. ¿Compartiría usted conmigo el secreto?". El monje vio en los ojos del joven la sinceridad y lo llevó al aposento en que guardaba el codiciado baúl de caoba. Lo abrió y sacó de él un sencillo pergamino en el que estaba escrito en seis principios, el codiciado secreto.

Por orden del religioso, el joven leyó:

"El primer principio es que cada mañana, al despertar, cuentes tus bendiciones". Sí, explicó el monje. Debes agradecer a Dios por todo lo que ya tienes. La oportunidad de vivir, de hacer tu trabajo bien hecho, de amar a tus seres queridos y por todas las cosas materiales que están a tu servicio.

"El segundo es percatarte de lo bueno que Dios te creó".  El monje aclaró. ¡Todos los días debes repetirte que eres importante, valioso, inteligente y capaz! Debes marcar y fijar metas importantes para ti:

"El tercer principio es comprender el poder que hay en la acción".  Sí, sentenció el monje, sin la acción tus metas carecen de valor alguno. Con la acción estarás siempre motivado.

"El cuarto principio es mantenerte en constante aprendizaje". La forma de llegar a la sabiduría es aprender algo útil cada día.

Es como subir una escalera, sube un peldaño diario y te sorprenderá la altura que pronto alcanzarás.

"El quinto principio es cuidar tu cuerpo ejercitándolo todos los días".  Recuerda hijo que somos el resultado de lo que comemos y del ejercicio que hacemos.

"El sexto y último principio es pedir ayuda cuando la necesites".  Acuérdate que hay un poder mucho más grande que tú. Ora pidiendo ayuda, y tú la recibirás.