miércoles, 18 de agosto de 2010

Produce una perla...


Una ostra que no ha sido herida no puede producir una perla. Las perlas son producto del dolor, el resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable al interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena, que le produce una gran molestia, un gran dolor.

En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra.

Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no haya sido herida de algún modo, no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.

¿Te has sentido lastimado por palabras hirientes, acusado de haber dicho cosas que nunca dijiste o has sufrido golpes de los que adquieren ideas preconcebidas indebidamente?

Entonces, produce una perla.

Cubre cada una de tus heridas con varias capas de amor. Muchas personas sólo aprenden a cultivar resentimientos, dejando sus heridas abiertas, alimentándose con sentimientos pobres, los cuales impiden que las lesiones cicatricen.

Aprende de la ostra y cada vez que te hieran o que te irriten, haz una perla rodeando ese dolor con amor…

martes, 3 de agosto de 2010

La vida es un jardín...


Lo que siembres en ella, eso te devolverá. Así que elige semillas buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más hermosas.

Cada acto, palabra, sonrisa o mirada, es una simiente.

Procura, entonces, que caiga tu simiente en el surco abierto del corazón de los hombres y vigila su futuro.

Procura, además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos, y no produce espinas y cizaña que dejan estériles las almas.

Muchas veces sembrarás en el dolor, pero esa siembra traerá frutos de gozo.

A menudo sembrarás llorando, pero, ¿quién sabe si tu simiente no necesita del riego de tus lágrimas para que germine?

No tomes las tormentas como castigos. Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más profundas, para que tu rosal resista mejor lo que habrá de venir.

Y, cuando tus hojas caigan, no te lamentes; serán tu propio abono, reverdecerás y tendrás flores nuevas.

Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada es una simiente. Procura hacer siempre: "una siembra de amor"

Autor desconocido