miércoles, 31 de marzo de 2010

Cada uno da lo que posee...


Una persona perversa resuelve hacer un presente a una persona pobre por su aniversario e irónicamente manda preparar una bandeja llena de basura y desperdicios.
En presencia de todos, manda entregar el presente, que es recibido con alegria por el agasajado.
Gentilmente, el agasajado agradece y pide que lo espere un instante, ya que le gustaria poder retribuir la gentileza.

Tira la basura, lava la bandeja, la cubre de flores, y la devuelve con un papel, donde dice:
 “Cada uno dá lo que posee.”
Asi que, no te entristezcas con la actitud de algunas personas; no pierdas tu serenidad.
La rabia hace mal a la salud, el rencor daña el hígado y la cólera envenena el corazón.
Domina tus reacciones emotivas.

Sé dueño de ti mismo.
No arrojes leña en el fuego de su aborrecimiento.
No pierdas tu calma.

Piensa antes de hablar y no cedas a su impulsividad.

“Guardar resentimientos es como tomar veneno y esperar que otra persona muera”

(gracias Sheylin por tu colaboración)

sábado, 27 de marzo de 2010

La carrera de los sapos

Era una vez una carrera... de sapos.
El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre. Había en el lugar una gran multitud. Mucha gente para vibrar y gritar por ellos. Comenzó la competencia.
Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era:
- ¡Qué pena! Esos sapos no lo van a conseguir... no lo van a conseguir.
Los sapitos comenzaron a desistir. Pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima.
La multitud continuaba gritando:
- ¡Qué pena! Ustedes no lo van a conseguir.

Y los sapitos estaban dándose por vencidos, salvo aquel sapito que seguía y seguía tranquilo, y ahora cada vez más con más fuerza.
Ya llegando el final de la competición todos desistieron, menos ese sapito que curiosamente en contra de todos, seguía. Llegó a la cima con todo su esfuerzo.
Los otros querían saber qué le había pasado. Un sapito le fue a preguntar cómo él había conseguido concluir la prueba.
Y descubrieron que... ¡Era sordo!
¡No permitas que personas con pésimos hábitos de ser negativas derrumben las mejores y más sabias esperanzas de tu corazón!
¡Recuerda siempre el poder que tienen las palabras que escuchas!
Moraleja, sé siempre SORDO cuando alguien te diga que no puedes realizar algún sueño.

viernes, 26 de marzo de 2010

Tengo un sueño...

Martin Luther King 
Nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta, Georgia, Estados Unidos. El 28 de agosto de 1963 las 200.000 personas que habían marchado sobre Washington en apoyo de los derechos civiles, le oyeron pronunciar su más famoso discurso:

Tengo un sueño, un solo
sueño, seguir soñando.
Soñar con la libertad, soñar
con la justicia, soñar con la
igualdad y ojalá!!... ya no
tuviera necesidad de soñarlas.



Soñar a mis hijos, grandes,
sanos, felices, volando
con sus alas,
sin olvidar nunca el nido.

Soñar con el amor con
amar y ser amado
dando todo sin medirlo
recibiendo todo sin pedirlo.

Soñar con la paz en el mundo,
en mi país... en mi mismo,
y quién sabe cuál es
más difícil de alcanzar.

Soñar que mis cabellos
que ralean y se blanquean
no impidan que mi mente
y mi corazón sigan jóvenes,
y se animen a la aventura,
sigan niños y conserven la
capacidad de jugar.

Soñar que tendré la fuerza,
la voluntad y el coraje
para ayudar a concretar mis
sueños en lugar de pedir por
milagros que no merecería.

Soñar que cuando llegue al
final podré decir
que viví soñando y que
mi vida fue un sueño soñado
en una larga y plácida noche
de la eternidad.

La Carpintería

Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba todo el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo.
Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo juego de ajedrez.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán.

Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.
Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.

Las 7 maravillas...


Cuentan que un grupo de estudiantes de Geografía, estudiaban las Siete Maravillas del Mundo.
Al término de la clase, se les pidió hacer una lista de las que ellos consideraban deberían ser actualmente las Siete Maravillas del Mundo.
A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente:
Las Pirámides de Egipto.
El Taj Mahal.
El Gran Cañón.
El Canal de Panamá.
El Empire State.
La Basílica de San Pedro.
La Muralla China.
Mientras se hacía la votación el maestro notó, que una estudiante permanecía callada y no había entregado aún su lista.
Así que le preguntó si tenía problema para terminar de hacer su elección.
La muchacha tímidamente respondió. "Si, un poco. No podía decidirme pues son tantas las maravillas"
El maestro dijo: "Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte".
La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas del Mundo son:
Poder tocar.
Poder saborear.
Poder ver.
Poder escuchar.
Titubeando un poco continuo:
Poder sentir.
Poder reír.
Y... Poder amar.
Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto.
Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre y referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente "comunes".
¡Que hoy te acuerdes de aquellas cosas que son realmente Maravillosas!

jueves, 25 de marzo de 2010

REFLEXION: Una cosa es ser JEFE y otra LIDER

Hace mucho tiempo, un sargento de un batallón insultaba y reprendía fuertemente a los soldados, que no podían sacar un vehículo atascado en el fango. En ese momento se presentó un señor de figura alta y delgada.
Observó la situación y preguntó al sargento por qué no ayudaba a los soldados.- ¿Por qué he de hacerlo? Yo soy el sargento, contestó con altanería.
Sin pérdida de tiempo, el hombre recién llegado, alto y flacucho, se quitó la chaqueta y se unió a los soldados en la dura faena de sacar el vehículo del lodazal en que estaba sumergido.
Terminada la tarea, ese hombre se lavó las manos en un pozo de agua, se puso la chaqueta y dijo al sargento:- Cuando usted necesite de mi ayuda, le ruego llamarme, que con mucho gusto le ayudaré.- ¿Y quien es usted? - le preguntó el sargento:- Yo soy Abraham Lincoln, presidente de la Nación.

PENSAMIENTO:
"Los buenos líderes primero deben convertirse en buenos servidores"

martes, 23 de marzo de 2010

El tren de la vida.

Esta reflexión, tomada de una presentación que circula por la red,  compara nuestro paso por la vida con un viaje en tren.  Vale la pena sacar el rato para pensar en ello:

La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros.
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres.
Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable.
No obstante, esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros.  Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.
De las personas que toman este tren, habrá  también los que lo hagan como un simple paseo.  Otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje… Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite.
Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente…Otros pasan tan desapercibidos
que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.
Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro.
Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos...  Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento. 
No importa; el viaje se hace de este modo:
Lleno  de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.
Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor de ellos.
Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos…
Ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda. 
El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos.
Mucho  menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado
en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia... Creo que sí.
Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso.
Amigo mío, hagamos que nuestra estadía en este tren
sea tranquila, que haya valido la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los que en el viaje permanezcan.
A ti, que eres parte de mi tren, te deseo un...  ¡¡¡Feliz viaje!!! 

domingo, 21 de marzo de 2010

La enseñanza del Bambú Japonés

Hace ya mucho tiempo que escuché la historia del bambú japonés. Creo que fue en una de esas charlas de motivación que tanto dan en las empresas, para inyectarles entusiasmo a sus empleados. O quizás la escuché en la televisión. Lo cierto del caso, es que la historia me cautivó, y se ha mantenido guardada en alguno de esos rincones de la memoria reservados para las “vitaminas mentales” que llamo yo, de donde a veces salen para darte fuerzas, sobre todo cuando buscas respuestas a la forma en que suceden las cosas en tu vida. Eso sí, siempre creí que era una metáfora acerca de la perseverancia y la paciencia.
Sin embargo, un día me decidí a averiguar la verdad detrás de dicha historia, y me llevé una muy grata sorpresa: resultaba ser cierta. No era una historia más, creada en las profundidades de una mente fantasiosa. No. El tal bambú japonés (que en realidad es originario de la China) sí existía. Y lo mejor de todo, que si presenta esas extrañas condiciones de desarrollo que indica la historia.
Su nombre científico es Phyllostachys aurea, (en chino: Luo han zhu, Ren mian zhu, Wu san zhu, Ba mian zhu, Hu cuan zhu, en Japonés: hotei-chiku, en Castellano: bambú amarillo, bambú japonés, bambú dorado, y en Inglés: Fairyland bamboo (Aust.), Fish-pole bamboo, Golden bamboo, Fishpole bamboo, Monk's belly bamboo, entre otros).
Este bambú aprecia el sol, un suelo fértil y no demasiado seco; estos parámetros así como la temperatura determinan sus dimensiones, resistirá en malas condiciones pero sin alcanzar las proporciones habituales en su país de origen. Entre sus múltiples usos, puede utilizarse como barrera, en cercas.
Los brotes son comestibles saliendo en abril, siendo las paredes de los brotes de las cañas jóvenes parecidas a los troncos de los ciruelos, y se desarrollan a una velocidad notable de 5 a 10 dm al día, durante el pico del período de crecimiento.
Sí, es cierto, crece a una gran velocidad. Aún no he podido confirmar si tarda tanto en empezar a crecer (siete años según la historia), pero en todo caso, la metáfora que se hace del bambú con la vida de algunas personas (entre éstas, yo) es muy significativa. Por esto la quiero compartir con ustedes, a ver qué opinan. Pueden encontrar versiones de esta historia mucho más poéticas, incluso de gran calidad literaria, en la web. Yo quería hacer la mía, así que ahí les va:

Cada planta nos regala su flor en un tiempo distinto. Cada árbol nos entrega sus frutos en una época distinta del año. Algunos dan fruto al primer año de existencia. Otros, como el olivo, llevan muchos más años para darnos su fruto noble y sano. Deben formarlo con paciencia, con amor, extrayéndole las riquezas al suelo del cual se encuentran firmemente arraigados.

Me contaron que algo muy curioso le sucede al bambú amarillo, al bambú japonés. No es aconsejable, me dicen, que lo siembren los impacientes. Siembras la semilla, la abonas, la riegas, cuidas de ella con tanto amor y… ¡nada! Pasan los primero meses y pareciera no suceder nada. No sucede nada apreciable en la superficie. Tal vez un pequeño brote, una pequeña punta verde que se asoma en la tierra… pero nada más. ¡Y así pueden pasar hasta siete años! Siete años, tiempo suficiente para suponer que la semilla era estéril, para no esperar nada bueno de ella, ¿o no?

Pues resulta que no, que llega un día en que la semilla parece despertar. Como llevada por un arrebato de inspiración, por una fuerza invisible y sobrenatural, en un derroche de energía y vitalidad sin precedentes, la planta crece a una gran velocidad, al punto que en un periodo de solo seis semanas puede llegar a crecer más de 30 metros.
Parece increíble, ¿verdad?
La pregunta obligada: ¿tarda el bambú japonés solo seis semanas en crecer? La respuesta razonada: no, por supuesto que no. Toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse.
Durante los años de aparente inactividad, de aparente letargo, el bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que llegará mucho tiempo después. Ese es el secreto.

En la vida, muchas personas son como el bambú japonés.
Las vemos diariamente ahí, aparentemente sin crecer, sin prosperar. Parecen indiferentes a su entorno, a su existencia.
Mientras otros pasan a su lado, corriendo apresurados en busca de la cima, en busca del triunfo pronto y fácilmente alcanzado, ellos se encuentran allí, aparentemente estáticos. Cual bambú, están creciendo, están desarrollando las raíces profundas que habrán de sostenerles más adelante.
Han tenido una revelación: el éxito simplemente es el resultado del crecimiento interno y esto requiere tiempo, paciencia y serenidad. Aprenden que en la vida, en muchas ocasiones, estaremos frente a situaciones en las que creeremos que no está sucediendo nada, lo que podría frustrar a muchos, pero no a ellos. En esos momentos de duda, vuelve a venirles a la mente el ciclo de vida y maduración del bambú japonés. Entonces, saben que la espera habrá de terminar algún día, que el resultado probablemente esté a la vuelta de la esquina, porque el suyo no es un tiempo perdido, está sucediendo algo dentro de ellos: están creciendo, están madurando, están preparando su cuerpo, su mente y su espíritu para ese gran momento que está por llegar.

Esa es la gran enseñanza del bambú japonés.